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Fragmento:
Del epílogo de Andrés Neuman a su
libro el último minuto (Espasa, 2001) |
Empecemos por el final, como decía Poe que se escriben
los cuentos. Antes que cualquier otra consideración,
me gustaría formular un dodecálogo personal.
Es verdad que los principios teóricos suelen partir
más del resultado de la escritura que de su origen.
Pero también creo que las poéticas no son
una cuestión de magia, sino de reflexión
(o tal vez de magia reflexiva). Sirvan, pues, estos enunciados,
fruto del ensayo y del error, como síntesis de
mi visión del cuento: I)
Contar un cuento es saber guardar un secreto.
II) Los cuentos suceden
siempre ahora, aun cuando hablen del pasado. No hay tiempo
para más, y ni falta que hace.
III) El excesivo desarrollo
de la acción es la anemia del cuento. O, mejor
dicho, su muerte por asf ixia.
IV) En las primeras líneas
un cuento se juega la vida; en las últimas líneas,
la resurrección. En cuanto al título, al
contrario de lo que muchos piensan, si es demasiado brillante
se olvida fácilmente.
V) Los personajes no se
presentan: simplemente actúan.
VI) La atmósfera
puede ser lo más memorable de un argumento. La
mirada puede ser el personaje principal.
VII) En narrativa, el lirismo
contenido produce magia. El lirismo sin freno, trucos.
VIII) La voz del narrador
tiene tal importancia que no debe notarse. Resulta más
fácil mentir desde la discreción que desde
la exhibición o el ingenio.
IX) Por excepciones que
puedan citarse, la frase corta resulta la más natural
para un cuento. Corregir: reducir.
X) El talento es el ritmo.
Los problemas más sutiles empiezan en la puntuación.
XI) En el cuento, un minuto
puede ser eterno y la eternidad caber en un minuto.
XI) Terminar un cuento
es saber callar a tiempo. |
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